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XEn nuestro Blog de Riesgos, los especialistas de Marsh ponen de relieve las soluciones a los desafíos actuales que afectan a las organizaciones y a sus resultados.
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El coronavirus ha revolucionado el sector de la movilidad transformando el cómo y el cuánto nos movemos. La capacidad de las redes de transporte público de todo el mundo se ha visto reducida, ya que las personas se quedan en casa o eligen medios de transporte individual. Por este motivo, la demanda de vehículos está resurgiendo en algunas zonas urbanas. Sin embargo, la pandemia no muestra signos de frenar el aumento del transporte ecológico.
Desde antes de la pandemia, Mercer Marsh Benefits (MMB) ya había detectado en varias empresas la preocupación por el incremento de casos relacionados con la salud mental de los empleados. La baja productividad era una de las principales “señales” que los líderes reconocían, y que los hacía pensar que “algo” estaba sucediendo. Entonces era el momento de actuar para evitar que la situación empeorase.
Más allá de los retos que está planteando la pandemia, están los riesgos inherentes a cada actividad empresarial que las compañías deben seguir vigilando. En el caso de los restaurantes, estos incluyen las pérdidas y daños por accidentes que a menudo representan una parte considerable del coste total de su riesgo.
La pandemia ha impactado en la movilidad y la globalización debido a que las medidas tomadas para contener el virus, han limitado la circulación de personas y mercancías, tanto a nivel nacional como internacional. Además, ha acelerado las tendencias geopolíticas ya existentes, especialmente en lo que respecta al proteccionismo comercial, por ejemplo, de los equipos médicos, los productos farmacéuticos y la investigación de la vacuna. Esto, a su vez, fomenta el tecnonacionalismo a medida que los gobiernos recurren a controles y sanciones a la exportación en sectores "estratégicos" como los semiconductores, las redes 5G y otras tecnologías denominadas de "doble uso".
Nunca antes las compañías habían tenido que soportar una crisis como la recesión provocada por el coronavirus, en la que todo depende de cuándo y cómo reabrir los negocios tras las sucesivas olas de contagios. Mientras que la vacunación está dando esperanzas, su lento proceso recuerda que se avecinan días complicados.
La pandemia COVID-19 ha replanteado la forma de trabajar y las políticas a largo plazo que responden a los avances de la tecnología y la automatización.
Los encargados de formular estas políticas están elaborando planes para abordar el futuro del trabajo desde las perspectivas de la desigualdad, la capacitación, la protección social, el género y el papel del trabajo humano en el siglo XXI.
La COVID-19 está pasando factura a la salud mental en todo el mundo debido a la actuales crisis sanitaria y económica global, que está causando enormes pérdidas, cambios, incertidumbre e inestabilidad en los servicios esenciales. En consecuencia, el estrés, la ansiedad y la depresión han aumentado durante los primeros meses de pandemia y el confinamiento: dos tercios de las empresas que ofrecen programas de asistencia a los empleados vieron incrementado su uso.
Con el aumento del número de desastres naturales, las estrategias innovadoras son más necesarias que nunca para frenar las pérdidas futuras. Para ello, incentivar la capacidad de recuperación debe ser una prioridad. Aunque la inversión en mitigación de riesgos, una cuestión clave en resiliencia, beneficia a largo plazo, muchas veces las empresas no lo contemplan si no hay un motivo para hacerlo.
Tras haber sufrido una importante interrupción en la actividad durante el confinamiento, la generación de ingresos en la próxima campaña de Navidad será importante para el comercio minorista, especialmente los considerados servicios no esenciales. Sin embargo, esta temporada presenta desafíos únicos en todas las industrias debido a las cifras de casos positivos en toda España.
Por este motivo, los comerciantes deben garantizar la seguridad de sus empleados clientes en las próximas semanas.
Con la vuelta de de los estudiantes de todo el país a los colegios, ya sea de manera presencial o virtual, aumenta el riesgo de ciberataque dirigido a centros educativos, vulnerables a los ciberdelincuentes.