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Relatorio de Risco Político 2022

Los riesgos aumentan a medida que el espacio exterior se satura

En 1960 había dos países que invertían en el espacio; en 2006 fueron 47; actualmente hay alrededor de 70, y en unos años serán más de 80.

A satellite orbiting the Earth in space

Actualmente hay más de 4,550 satélites operativos en órbita alrededor de la Tierra (ver Figura 1). En 1960, había dos países que invertían en el espacio exterior; en 2006, ascendieron a 47; actualmente, hay aproximadamente 70; y en pocos años habrá más de 80. Una sola empresa, Starlink, pretende poner en órbita 12,000 satélites para hacer posible sus conexiones globales de banda ancha a Internet. 

Figura1:

Países con satélites

Fuente: UCS (animated version on JuxtaposeJS)

La evolución de la economía espacial y la militarización de las órbitas están reconfigurando este entorno. La economía espacial se basa actualmente en una mayor accesibilidad y digitalización. Muchos países pueden llevar a cabo misiones destinadas a la recopilación de información, la navegación y las comunicaciones militares, por lo que la militarización de las órbitas supone una amenaza creciente, que podría afectar a la diplomacia y desencadenar conflictos. La mayor accesibilidad al espacio exterior aumenta este riesgo. La reducción de los costos de lanzamiento, de US$18,500 por kilo puesto en órbita entre 1970 and 2000, a menos de US$3,000 en la actualidad, se ha logrado en parte gracias a la reutilización de "tecnologías instrumentales", como los cohetes, combinada con la miniaturización de los componentes. Por ejemplo, se han utilizado plataformas petroleras costa afuera como puertos espaciales, y, and algunas se están convirtiendo en plataformas de lanzamiento ágiles para la industria privada. Además, la aparición de nuevos tipos de armas hipersónicas cuya trayectoria incluye un segmento exoatmosférico es motivo de preocupación. Lo que había sido una competencia bipolar en el siglo pasado ha presenciado la entrada de China y la urgencia de llegar a acuerdos en este sentido.

 

El valor de la industria espacial se ha disparado en los últimos años. La órbita terrestre baja es amplia y podría albergar 100,000 satélites en la próxima década, pero quien llegue primero podrá acaparar las órbitas más estratégicas. En 2017, el valor total de la industria fue de aproximadamente US$383,000 millones, apoyados por un gasto público de USD$76,000 millones. Según Morgan Stanley y Merrill Lynch, el negocio espacial alcanzará un valor de entre US$1.1 y US$2.7 billones en 2040. En 2019, el 41% de los 100 principales inversionistas de capital de riesgo tenían una o más inversiones en el sector espacial. Actualmente, un nuevo "El Dorado" está llegando aguas abajo: la masa de servicios y aplicaciones innovadoras y de valor agregado derivados de la infraestructura extraterrestre aguas arriba. Los ejemplos actuales, que van desde la agricultura hasta la supervisión de infraestructuras, son sólo una fracción de un negocio cuyo potencial sólo se imagina por ahora.

Como parte del expansionismo espacial, los desechos orbitales, o "basura espacial", están aumentando, con consecuencias imprevisibles (véase la Figura 2). La Red de Vigilancia Espacial (SSN, por sus siglas en inglés) del Departamento de Defensa estadounidense ha rastreado más de 27,000 trozos de desechos orbitales. Muchos más trozos, demasiado pequeños para ser rastreados por los sensores de la SSN, pero capaces de suponer una amenaza importante para las misiones espaciales, habitan el entorno espacial cercano a la Tierra. La Agencia Espacial Europea (ESA) estima la presencia en órbita de 36,500 objetos artificiales de más de 10 centímetros, un millón de entre uno y 10 centímetros, y 330 millones de entre un milímetro y un centímetro.

Según el Tratado del Espacio Exterior de 1967, base del derecho espacial internacional, cada país sigue siendo propietario de cualquier objeto lanzado al cosmos, incluso después de que se haya reducido a escombros. Un gobierno sólo puede ser responsable si los daños se deben a su culpa o a la de las personas de las que es responsable. En 1978, el accidente del satélite soviético de propulsión nuclear Kosmos 954 en territorio canadiense dio lugar a la única demanda presentada en virtud del posterior Convenio de Responsabilidad Espacial de 1972.

 

Figura 2:

El número de satélites comerciales en la órbita terrestre baja (entre 200 km y 1,750 km) sigue aumentando

Fuente: ESA

En enero de 2022, la Administración Espacial Nacional de China hizo público el encuentro a corta distancia, a sólo 14.5 metros, entre el satélite científico Tsinghua y restos del satélite ruso Kosmos 1408. Los riesgos se multiplicaron después de que una prueba antisatélite rusa en noviembre de 2021 creara una infinidad de desechos, aproximadamente 1,600 trozos de más de diez centímetros de ancho, en una órbita de entre 400 y 1,100 kilómetros de la Tierra. En enero de 2007, China se convirtió en el tercer país en realizar una prueba antisatélite con éxito (la primera desde que Estados Unidos y la Unión Soviética realizaron pruebas en la década de 1970) al lanzar un misil balístico a una altura de más de 850 km y destruir un satélite meteorológico inactivo. La explosión generó más de 2,000 trozos de desecho espacial del tamaño de una pelota de golf o mayor. Las velocidades orbitales son extremadamente altas, aproximadamente 25,270 km/h en la órbita terrestre baja, lo que bastaría para rodear la Tierra por el ecuador en aproximadamente una hora y 40 minutos. Esto significa que el impacto de incluso un pequeño trozo de basura espacial podría dañar gravemente los equipos en órbita y correr el riesgo de desencadenar conflictos internacionales.

La carrera espacial planetaria es también diversa en cuanto a los riesgos políticos, como la regulación de los componentes de doble uso, la revocación de licencias y contratos para preservar los intereses estratégicos de un país, y los sucesos de tipo expropiatorio si una base de lanzamiento o una infraestructura de apoyo se encuentra en países terceros. La deslocalización de las bases de lanzamiento ya se está llevando a cabo para permitir a los países dotarse de la infraestructura y tecnología necesarias para crear su propia política espacial y evitar los riesgos de transporte en tierra. En 2022 se espera lanzar por primera vez un satélite desde un puerto espacial en el Reino Unido.  

La extracción de recursos en el espacio exterior también podría generar conflictos y ya está fomentando nuevas colonizaciones para buscar recursos comercialmente explotables y ofrecer una serie de servicios a diferentes clientes. El multilateralismo parece limitado ahora por la aceleración de la carrera espacial y la reducción de costos. Se espera que en los próximos años aumente la actividad humana basada en el espacio. Sin embargo, una peligrosa militarización podría transformar una inmensa oportunidad de desarrollo en una dimensión inexplorada de confrontación geopolítica entre viejas y nuevas potencias.

 

Figura 3:

La basura espacial de varios tipos está aumentando en todas las órbitas

Fuente: ESA

Reporte

Informe de Riesgo Político 2022

Lea el reporte completo.

 

 

 

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