Con el aumento del número de desastres naturales, las estrategias innovadoras son más necesarias que nunca para frenar las pérdidas futuras. Para ello, incentivar la capacidad de recuperación debe ser una prioridad. Aunque la inversión en mitigación de riesgos, una cuestión clave en resiliencia, beneficia a largo plazo, muchas veces las empresas no lo contemplan si no hay un motivo para hacerlo.
Los informes de Natural Hazard Mitigation Saves del National Institute of Building Sciences (NIBS) de EE.UU. demuestran el valor que tiene mitigar riesgos en la construcción. Por ejemplo, en el informe de 2017 se confirma que las subvenciones federales para la mitigación ahorran, en promedio, seis dólares por cada dólar invertido. Los expertos en desastres han adoptado esta proporción 6:1 como una forma de justificar las inversiones en mitigación de riesgos en sus comunidades.
Planes de mitigación de riesgos
En los últimos años, los claros beneficios reflejados en los datos y el aumento de catástrofes naturales han acelerado los esfuerzos políticos por mitigar los riesgos. Un ejemplo es el Building Resilient Infrastructure and Communities (BRIC) Program de EE.UU, que ofrece subsidios para la mitigación de desastres antes de que ocurran.
En España, donde las inundaciones constituyen el riesgo natural que a lo largo de la historia ha producido los mayores daños, tanto humanos como materiales, sirve como modelo en la gestión de este tipo de catástrofes. España es uno de los doce países de la Unión Europea que ha aprobado tanto los Planes Hidrológicos de segundo ciclo (para el periodo 2015-2021) de las distintas demarcaciones hidrográficas, como los Planes de Gestión del Riesgo de Inundación.
Con el objetivo de mejorar en los distintos aspectos de la gestión del riesgo de inundación, cada Plan cuenta con un programa de medidas que contemplan unas inversiones globales de más de 800 millones de euros para poner en marcha más de 1.000 actuaciones concertadas con todas las administraciones implicadas.
El efecto dominó de las comunidades resilientes
Para abordar el reto de construir edificios más resistentes requerirá la colaboración entre expertos de la construcción, gobiernos e los inversores del sector privado. En un informe publicado recientemente, A Roadmap to Resilience Incentivization, se explica que los incentivos que alientan a las empresas a adoptar medidas de mitigación de desastres darían lugar a comunidades más resilientes que, por tanto, sufrirían menos los efectos negativos de los desastres. Esta disminución de impactos, además, supondría menor gasto gubernamental dedicado a reconstruir ciudades tras este tipo de catástrofes. Por último, la resiliencia de las comunidades también favorecería que disminuyan tasas de las pólizas de seguros de daños materiales y se incremente la valoración de daños .
Así pues, la mitigación de los desastres beneficia a todos los agentes interesados; sector financiero, asegurador, inmobiliario y gobiernos. Si algún día se llega a comprender los beneficios mutuos, es más probable que se incorporen incentivos en las hipotecas, las pólizas de seguros y los impuestos.