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Resiliencia empresarial frente al clima: gestionar el riesgo que ya está aquí

Seamos claros: aunque el ritmo regulatorio europeo en sostenibilidad y clima se haya enfriado, el clima no espera.

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Eduardo Muñoz

Seamos claros: aunque el ritmo regulatorio europeo en sostenibilidad y clima se haya enfriado, el clima no espera. La evidencia científica es sólida —el IPCC lo viene subrayando— y la experiencia reciente en España lo confirma. AEMET ha documentado episodios más frecuentes de lluvias torrenciales, olas de calor y sequías persistentes. Las inundaciones repentinas en la Comunitat Valenciana, Aragón o las Illes Balears, junto con periodos de sequía prolongada y macroincendios, no son excepciones aisladas: son señales de un riesgo físico que ya condiciona la actividad empresarial.

¿Qué implica esto para una compañía que opera en España? Que el riesgo climático ya no es una cuestión “de mañana” ni exclusivamente regulatoria. Una DANA puede cortar accesos, dañar instalaciones y detener una línea de producción en horas; una sequía alarga plazos y encarece insumos; un incendio puede alterar durante semanas la logística de proveedores y clientes. Todo ello afecta a la continuidad de negocio, a los costes y, cada vez más, a la asegurabilidad y al coste de capital. Inversores, clientes y aseguradoras piden visibilidad y rigor en cómo se identifican, evalúan y gestionan estos riesgos.

La respuesta eficaz no pasa por esperar a que el ciclo regulatorio vuelva a acelerarse, sino por integrar el riesgo climático en la gestión empresarial con enfoque estratégico. Esto implica, entre otros elementos:

  • Gobernanza clara: responsabilidades definidas en Consejo y primera línea, con supervisión y reporte periódico.
  • Diagnóstico basado en datos: geolocalizar exposiciones físicas (inundación, calor extremo, sequía, incendio) sobre activos, personas y cadenas de suministro, con horizontes temporales y proyecciones climáticas.
  • Análisis de escenarios: entender la sensibilidad del negocio bajo diferentes trayectorias climáticas, umbrales de impacto y puntos críticos.
  • Métricas y umbrales de decisión: indicadores cuantitativos de riesgo financiero y resiliencia que activen planes de mitigación y adaptación cuando se superen determinados niveles.
  • Planes de adaptación y continuidad: un marco integral de actuación, compuesto de medidas como la inversión en protección de activos, rediseño de procesos y ubicaciones, diversificación de proveedores, gestión del agua y conexión a sistemas de alerta temprana.
  • Transferencia y financiación del riesgo: revisión de pólizas, retenciones y alternativas de financiación del riesgo en coherencia con el perfil de exposición.

Nada de esto funciona sin capacidades y sin un lenguaje común entre finanzas, riesgos, operaciones y sostenibilidad. La profesionalización marca la diferencia: equipos que comparten criterios, métricas y herramientas convierten la información climática en decisiones de negocio. En esa línea, la certificación EFFAS Certified Climate Risk Analyst (ECRA), desarrollada por EFFAS en colaboración con Marsh McLennan, ofrece un marco riguroso para formar a los profesionales de las áreas mencionadas en la identificación, evaluación y gestión del riesgo climático de forma transversal, conectando la ciencia del clima con la estrategia financiera y operativa y reforzando la resiliencia a largo plazo.

El mensaje de fondo es sencillo: el riesgo climático no espera a la regulación. Las empresas que cuantifiquen mejor, planifiquen antes y actúen con criterio estarán en mejor posición para proteger su valor, mantener la confianza de sus grupos de interés y competir en un entorno cada vez más exigente. La resiliencia, hoy, es una decisión de gestión.

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