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Riesgos financieros y el auge del Fraude por Ingeniería Social

Las empresas se enfrentan a intentos de fraude a diario y la tecnología se ha convertido en un habilitador clave para ello.

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Paula Sexauer

Las empresas se enfrentan a intentos de fraude a diario y la tecnología se ha convertido en un habilitador clave para ello. Los criminales utilizan información que se encuentra disponible en la web para aprender sobre transacciones comerciales y emplean las redes sociales para identificar y seleccionar a sus víctimas con un nivel de sofisticación que antes no era posible.

Aunque las amenazas pueden surgir tanto del interior del negocio, a través de empleados deshonestos, se aprecia una mayor preocupación por el pacto de fraude proveniente de terceros ajenos a la organización. El uso de la tecnología y, especialmente, de la inteligencia artificial, ha incrementado significativamente los casos de Fraude por Ingeniería Social (“Social Engineering Fraud” en inglés). La utilización de la inteligencia artificial permite a los estafadores externos crear puntos de entrada y dirigir sus ataques a las empresas de manera más efectiva.

La metodología de fraude se encuentra en constante evolución, aunque algunos tipos clásicos y bien conocidos, como el fraude del CEO y el fraude de proveedores falsos, aún persisten.  Estos mecanismos de fraude continúan diversificándose y volviéndose cada vez más sofisticados.

Si bien controles internos sólidos ayudan a las empresas a limitar estas exposiciones, los impostores que utilizan inteligencia artificial llevan los controles al límite, encontrando grietas que causan a las organizaciones pérdidas financieras sustanciales. Las pérdidas por fraude en Europa pueden superar cientos de miles o millones de euros por incidente. En 2023, el fraude financiero provocó más de 3.100 millones de dólares en pérdidas en 138 países.

Pero ¿qué es el Fraude por Ingeniería Social?

El Fraude de Ingeniería Social (SEF) se basa en la interacción humana y hace referencia a una variedad de técnicas utilizadas por los estafadores para engañar o manipular a las víctimas o a las organizaciones, llevándolas a tomar acciones voluntarias o a iniciar instrucciones que resulten en transferencia de fondos o la entrega de bienes.

Las técnicas utilizadas son muy variadas y pueden incluir: correos electrónicos que aparentan ser enviados por gerentes o empleados, proveedores, clientes u otras organizaciones; también pueden involucrar llamadas telefónicas, mensajes de texto o videollamadas generadas con inteligencia artificial, incluyendo deepfakes y la clonación de voz.

El fraude es un problema verdaderamente global, que afecta a organizaciones en todas las regiones y en todas las industrias del mundo; las víctimas van desde pequeñas empresas hasta grandes organizaciones, abarcando todas las industrias y geografías. La mayoría de los fraudes no se aprovechan de errores informáticos, sino de entornos operativos reales y posibles errores humanos: turnos rotativos, presión por responder rápido, falta de verificación cruzada o protocolos débiles.

Existen crecientes preocupaciones de que los controles internos existentes van a ser severamente puestos a prueba por estafadores que utilicen los beneficios de la inteligencia artificial, lo que acelerará la economía del fraude. Se trata, además, de esquemas de naturaleza muy compleja que vuelven extremadamente difícil de identificar el fraude antes de que sea demasiado tarde.

Una parte crucial de la gestión del riesgo de fraude es la implementación y revisión constante de controles internos, el establecimiento de estrictos protocolos de actuación, la educación continua de los empleados y el monitoreo proactivo de las señales de alerta de fraude.

En un mundo donde el fraude se vuelve cada vez más sofisticado, es importante que las organizaciones establezcan controles robustos y efectivos para salvaguardar sus activos, proteger su reputación y la confianza de los clientes. Adoptar la cultura de la prevención es fundamental para crear un entorno resistente al fraude. Solo así las organizaciones podrán enfrentar los desafíos del presente y del futuro.

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