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Salud mental en la construcción: tres acciones para reducir riesgos

El sector construcción enfrenta altos niveles de estrés y riesgo de suicidio. Conozca tres acciones clave para mejorar la salud mental y reducir riesgos operativos.

Los trabajadores de la construcción enfrentan condiciones laborales especialmente exigentes: cargas de trabajo intensas, plazos ajustados, largas jornadas, riesgos físicos, aislamiento y preocupaciones económicas. Estas condiciones generan altos niveles de estrés y, cuando no se abordan con anticipación, pueden derivar en problemas de salud mental.
La industria de la construcción registra una de las tasas de suicidio más elevadas del mundo. En 2021, la tasa de suicidio en hombres de ocupaciones de construcción y extracción fue 75% más alta que la del resto de trabajadores civiles. 

En una industria sometida a múltiples tensiones —productividad, seguridad, costos laborales, disponibilidad de talento—, abordar la salud mental es esencial para la resiliencia operativa.

Los desafíos se intensifican en Latinoamérica, donde los contratistas reportan dificultades crecientes para atraer y retener trabajadores calificados. Esta presión laboral continua, identificada en el informe global como un riesgo creciente en todas las regiones, agrava la exposición al estrés, la fatiga y la rotación, factores que elevan el riesgo operativo.

La rotación, impulsada por condiciones laborales exigentes, ya afecta la productividad y sostenibilidad financiera de los proyectos en la región.

Por qué la salud mental es un riesgo crítico para la construcción

La prevalencia de problemas como ansiedad y depresión es alta: cerca del 20 % de los adultos reportó síntomas recientes. Sin embargo, aún existe estigma, especialmente entre los hombres, quienes tienen menos probabilidades de buscar tratamiento.
En trabajos lejos de casa, los signos tempranos pasan desapercibidos y pueden manifestarse como dolencias físicas. A su vez, las lesiones físicas —comunes en entornos de alto riesgo— pueden generar estrés mental, creando un círculo que afecta seguridad y desempeño.

“Una intervención tardía puede convertirse en un riesgo operativo, humano y financiero.”

El impacto se extiende más allá de la salud: menor productividad, ausentismo, rotación y mayor probabilidad de accidentes laborales.

Tres acciones para abordar la salud mental en la construcción

1. Reconocer el problema y comunicar de forma efectiva

Aceptar que existe un desafío es el primer paso para mitigarlo.
Los empleadores deben ayudar a identificar signos tempranos y compartir información accesible:

  • Carteles en zonas comunes
  • Números de ayuda en uniformes o equipos de protección personal
  • Mensajes emitidos por colegas para reducir estigma
  • Videos cortos y materiales visuales para concientizar

“Reconocer y hablar del problema salva vidas.”

2. Facilitar el acceso a recursos y apoyo

Los programas de asistencia al empleado pueden proporcionar apoyo 24/7 con profesionales capacitados.
Además, los empleadores pueden:

  • Crear grupos de apoyo entre pares
  • Fomentar el uso de aplicaciones de meditación y gestión del estrés
  • Adaptar los mensajes para trabajadores que aún no están dispuestos a hablar del tema

Estas medidas reducen barreras y ayudan a detectar señales cuando aún pueden gestionarse.

3. Capacitar a gerentes y empleados

El reconocimiento del problema está creciendo, y los líderes juegan un papel decisivo:

Capacitación para empleados

  • Manejo del estrés
  • Importancia del ejercicio como mecanismo de afrontamiento
  • Equilibrio trabajo–vida personal
  • Habilidades cognitivas e inteligencia emocional

Capacitación para gerentes y supervisores

  • Empatía y escucha activa
  • Identificación de signos tempranos
  • Derivación hacia ayuda profesional

A corto plazo, programas independientes pueden ayudar a contener crisis.
A largo plazo, se requiere un cambio cultural para eliminar el estigma que aún rodea a la salud mental.

Conclusión

La salud mental es un factor clave para la seguridad y la continuidad en la construcción. Invertir en comunicación clara, acceso a recursos y formación para equipos y líderes reduce incidentes, mejora la productividad y protege a las personas.
Integrar estas tres acciones no solo beneficia a los trabajadores: fortalece la resiliencia operativa y la sostenibilidad del negocio.

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