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¿Eres workaholic? ¡Libérate!

¿Eres de las personas que incesantemente busca tener más “tiempo libre” para poder trabajar? ¿El total de horas invertidas en proyectos sobrepasan significativamente la cantidad de horas originalmente asignadas? ¿Trabajas con el fin de reducir u obviar sentimientos de culpabilidad, ansiedad o depresión? ¿Es extensa la lista de persona que te han recomendado que reduzcas las horas intensas e ininterrumpibles de trabajo? ¿Te crea ansiedad el mero pensamiento de no poder tener acceso a tus herramientas de trabajo? ¿En tu rutina diaria no hay espacio para la inclusión del ejercicio, pasatiempos y actividades recreativas? ¿Tu ritmo de trabajo ha repercutido directamente en tu salud física y mental? ¿Trabajas más de doce (12) horas al día? ¿No recuerdas la última vez que tomaste vacaciones o que te desconectaste al 100% durante las mismas?

Si has contestado “sí” a la mayoría de estas preguntas, entonces existe la posibilidad de que seas un workaholic y no lo sepas. Hace años, el famoso sicólogo Wayne Oates acuñó el término workaholic para referirse a los individuos que presentaran cuadros de adicción al trabajo. El workaholic es una persona que posee características similares a las de cualquier adicto, estableciendo poco a poco una relación de dependencia directa y enfermiza con el trabajo, llegando a sufrir repercusiones dañinas en su salud física y mental.

Para el workaholic, la obsesión y compulsión que rodea el tema del trabajo se convierte más que en un gusto en una necesidad, transformando todas las razones de la vida de la persona en un espiral que gira únicamente en torno a la productividad y en la imposibilidad de desconectarse de todo lo relacionado al trabajo. 

A su vez, la adicción al trabajo puede desencadenar graves complicaciones psicológicas y somáticas, desembocando en la depresión, la disminución de las defensas por el estrés, así como diferentes irregularidades cardiovasculares e inclusive el cáncer. Por esta razón, se vuelve tan necesario exponer cuáles son realmente las causas de esta adicción, que más allá de ser una conducta productiva, se ha vuelto quizás uno de los nuevos vicios auto-destructivos de la nueva era.

¿Cuál es la verdadera razón de la adicción?

Al inicio, las personas que poseen estos síntomas anteponen el trabajo a todo el resto de sus responsabilidades personales, asegurando que lo hacen así, por los ingresos o la importancia que tiene su puesto dentro de la organización. Esta extrema dependencia al trabajo es también propiciada por la hiperconectividad que vivimos en esta nueva era digital, en donde cada vez es más borrosa la línea divisoria entre la vida privada y las responsabilidades laborales.

Según un estudio realizado en España, se estima que el 39% de los trabajadores no se desconecta durante sus vacaciones por voluntad propia. Por otro lado, un 56% asegura que mantiene dicha conexión durante las vacaciones puesto que su superior responsable espera que esté pendiente del teléfono o del correo electrónico durante los momentos de descanso.

Estas políticas establecen una presión emocional real en un profesional, el cual al verse influenciado por estas situaciones, despierta en su inconsciencia una sensación de dependencia, que no solo es resultado de las coacciones por parte de la compañía, sino el producto de la relación entre estas, y el factor de mayor importancia en el desarrollo de cualquier adicción: Su persona.

Un profesional adicto al trabajo no es una persona que es obligada, pero sí es una persona influenciada por su entorno, que al experimentar una sensación de utilidad y al sentir que es productivo, comienza a alejarse de su bienestar personal para darle prioridad al trabajo. 

Una razón para cambiar

En general, el workaholic que comienza a presentar síntomas de adicción al trabajo, debe reconocer cuál es su verdadero valor y su verdadera pasión en la vida. No debe permitir que la sensación de realización laboral pase a ser una fachada que cubra las inseguridades de la vida. Sin duda, el trabajo merece nuestra pasión, esfuerzo, constancia y responsabilidad, pero sin olvidar cuál es la verdadera meta de todo ser humano: ser feliz de manera íntegra y junto a seres queridos. 

Finalmente, no está mal ser selectivo al momento de elegir la compañía para la cual colaborar. Es imperativo que las empresas tengan como prioridad el propiciar y fomentar ambientes laborales física y mentalmente saludables para todos sus colaboradores. Si la compañía contemplada no prioriza estas condiciones, quizás no sea la opción más adecuada para tu persona y bienestar en general.